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Jesús, el Camino que Conduce a la Casa del Padre (Meditación del Padre Andrade)


Queridos hermanos, el evangelio de hoy nos muestra una imagen de Jesús como un guía que nos lleva a una casa llena de habitaciones, preparadas especialmente para nosotros. Él nos asegura que no hay nada de qué preocuparnos, porque Él mismo ha preparado el camino para nosotros y nos llevará allí personalmente.

Jesús es como un arquitecto que ha diseñado un hogar celestial, con habitaciones bellamente decoradas y personalizadas para cada uno de nosotros. Él ha puesto su corazón en cada detalle, asegurándose de que esté todo perfecto antes de invitarnos a entrar.

Pero algunos de nosotros todavía dudan, como Tomás, preguntándose cómo llegar allí. Jesús es como un GPS que nos guía en el camino, asegurándose de que no nos perdamos y lleguemos sanos y salvos a nuestro destino final. Él nos dice que Él mismo es el camino, la verdad y la vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Él.

Felipe, por su parte, pregunta por el Padre, deseando conocerlo más profundamente. Jesús es como un espejo que refleja el rostro del Padre, mostrándonos su amor y su misericordia en todo momento. Él nos dice que el Padre y Él son uno solo, y que las obras que realiza son las del Padre que vive en Él.

Jesús nos invita a confiar en Él y a creer en sus palabras, porque Él es el camino hacia el hogar celestial que Él mismo ha preparado para nosotros. Él nos promete que si confiamos en Él y creemos en Él, haremos obras aún mayores que las suyas, porque Él se va al Padre y nos deja el Espíritu Santo como guía y ayuda en nuestras vidas.

Hermanos y hermanas, dejemos que Jesús sea nuestro arquitecto, nuestro GPS y nuestro espejo. Dejemos que Él nos guíe en el camino de la vida y nos lleve a la casa del Padre, donde nos espera con los brazos abiertos. Confiemos en Él y creamos en Él, porque Él es el camino, la verdad y la vida.

Además, Jesús nos invita a compartir este camino con otros y a llevarlos a la casa del Padre. Como discípulos de Cristo, debemos ser como guías turísticos que muestran a los demás el camino hacia la salvación y la vida eterna. Debemos ser como arquitectos que construyen puentes entre el mundo material y el mundo espiritual, creando oportunidades para que otros encuentren su camino hacia Dios.

También podemos ser como GPS, guiando a nuestros hermanos y hermanas hacia la verdad y la justicia, y mostrándoles cómo vivir una vida llena de amor y servicio. Y como espejos de Cristo, podemos reflejar su amor y su luz a los demás, compartiendo su misericordia y su gracia con todos aquellos que encontramos en nuestro camino.

Debemos ser testigos de la verdad de Cristo en nuestro día a día, hablando con nuestras acciones y nuestras palabras, y guiando a los demás hacia Él. Al compartir la buena noticia del evangelio con los demás, podemos llevar a otros a la casa del Padre, donde también encontrarán su lugar y su hogar.

Así que, hermanos y hermanas, no tengamos miedo de compartir la verdad de Cristo con los demás. No nos quedemos callados ante la injusticia o la maldad, sino que hablemos y actuemos con valentía y amor. Y cuando tengamos la oportunidad de guiar a alguien hacia la verdad y la vida, tomemos la mano del Señor y caminemos juntos hacia la casa del Padre.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Una meditación al Espíritu Santo para cada día de la semana.

 


Lunes

Ahora te invito a meditar parte por parte, durante varios días, algunos trozos de la hermosa secuencia de Pentecostés, que comienza diciendo: “Ven Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz”.

Cuando le pedimos que envíe su luz desde el cielo, esto no significa que él esté allá arriba, lejos de nosotros que estamos aquí abajo.

Siempre imaginamos al Espíritu Santo llegando desde arriba, y levantamos nuestras manos a lo alto para invocarlo. Pero en realidad él ya está en nosotros, más cerca que nadie. Lo que hace falta es que nos transforme con esa presencia.

Sin embargo, nosotros miramos hacia el cielo, como si fuera a descender desde allí. Eso en realidad es un símbolo que nos recuerda que él nos supera, que está por encima de todo, que es Dios. Así como el cielo está por encima de nosotros y no podemos abarcarlo, eso vale con más razón para el Espíritu Santo, que es Dios. Nosotros no podemos pretender que ya lo conocemos, que lo podemos dominar, que lo podemos apresar y tenerlo bajo nuestro dominio. Aunque él habita en nosotros, al mismo tiempo nos supera, nos trasciende infinitamente. Si no podemos abarcar el cielo infinito, menos podremos abarcarlo a él. Por eso miramos hacia lo alto invocándolo, y por eso le pedimos que envíe desde el cielo un rayo de su luz.

Martes

Te propongo que hagas esta oración, que es parte de una antigua plegaria de la Iglesia, que se reza en todo el mundo el domingo de Pentecostés, y que en los próximos días vayamos meditando y haciendo oración cada una de sus partes:

“Ven, Espíritu Santo,  y envía desde el cielo,  un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres,  ven a darnos tus dones,  ven a darnos tu luz.

Consolador,  lleno de bondad,  dulce huésped del alma.

Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.

Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre,  nada que sea inocente.

Lava nuestras manchas,  riega nuestra aridez,  cura nuestras heridas.”

Miércoles

El Espíritu Santo es un manantial generoso, una fuente desbordante que siempre da. Y por eso, siempre nos invita a dar con generosidad. A veces no nos damos cuenta de la verdad de aquello que decía San Francisco de Asís: «Es dando como se recibe».

Si damos con generosidad, en lugar de despojarnos nos enriquecemos, en lugar de vaciarnos, nos vamos llenando de una riqueza superior, que no se ve con los ojos del cuerpo. Lo dice con claridad la Palabra de Dios: «Hay más felicidad en dar que en recibir» (Hechos 20,35). Creamos en esa enseñanza de la Biblia.

Eso sucede cuando aprendemos a dar con un corazón generoso y sincero, verdaderamente desprendidos de lo que damos. El corazón se llena de fuerza cuando uno da «no de mala gana ni forzado, porque Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9,7).

Es muy bello convertirse en un instrumento del Espíritu Santo, para que a través de nosotros él pueda dar, y dar, y dar. Dar sin esperar recompensa, dar sin exigir agradecimientos ni reconocimientos, dar por el solo gusto de dar. Dar sin medida, y sin tristeza.

Jueves

La súplica nos alivia por dentro, porque cuando le pedimos ayuda al Espíritu Santo sentimos que la carga que estamos llevando ya no es tan pesada. Seguro él nos ayudará de alguna manera para que encontremos una salida, y sobre todo para que sepamos cómo enfrentar esa dificultad.

El Espíritu Santo es como un maestro interior, como un médico del alma, como un especialista en masajes interiores que sabe poner las cosas en su lugar. Así, las dificultades no te enferman, no te derriban, no te lastiman tanto, porque él derrama una fuerza, un perfume, un bálsamo que te alivia en medio de los problemas. Por eso, nada mejor que pedirle ayuda al Espíritu Santo.

La misma Biblia nos dice que tenemos que suplicar y pedir ayuda:

“Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá” (Salmo 55,23).

“No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica” (Filipenses 4,6).

“Si alguien está afligido, que ore” (Santiago 5,13).

La súplica es descargar las inquietudes en el Señor, sabiendo que él se

ocupa de nosotros cuando se lo permitimos realmente (1 Pedro 5,7).

Detengámonos un momento a pedirle ayuda al Espíritu Santo, a suplicarle por aquellas cosas que nos preocupan en este momento de nuestra vida.

Viernes

 “Hoy dejo en tu presencia, Espíritu Santo, a todos mis seres queridos. Porque sólo están seguros si tú te apoderas de sus vidas. Penetra en ellos con tu fuerza, curalos de toda enfermedad y de toda debilidad.

Sana también todo lo que esté herido en su interior, todo mal recuerdo, toda angustia, todo mal sentimiento. Tú conoces sus perturbaciones interiores y sólo tú puedes liberarlos de sus males más profundos. Bendice a mis seres queridos, Espíritu Santo. Concédeles éxito en lo que emprendan. Ilumínalos para que acierten en sus decisiones y concédeles que se cumplan sus sueños más preciosos. Muéstrales el camino para alcanzar su felicidad. Derrama en ellos tu paz, tu alegría, tu amor. Llénalos de esperanza, de luz, de consuelo. Y transfórmalos cada día, Espíritu de vida, para que puedan madurar y crecer, para que sean cada vez más bellos por dentro. Corrige sus defectos y sus vicios y muéstrales la hermosura de las virtudes. Derrama en ellos tu amor para que se parezcan cada vez más a Jesús y sigan sus pasos. Llénalos de ti, Espíritu Santo. Fortalécelos, libéralos, inúndalos.

Amén.”

Sábado

En la historia de la Iglesia tenemos un tesoro de miles de santos diferentes que han reflejado, cada uno a su modo, la belleza de Jesús. Ellos se dejaron tocar por el Espíritu Santo, y él hizo maravillas en sus vidas.

San Francisco de Asís reflejó la pobreza y la alegría del Señor, Santa Rita nos mostró la fortaleza y la entrega de Cristo, San Cayetano nos mostró su predilección por los pobres y su preocupación por los que sufren.

Por eso, cuando nos ponemos a rezar frente a la imagen de un santo, San José por ejemplo, en esa imagen simple de José el Espíritu Santo nos hace descubrir un reflejo de la inmensa ternura de Jesús, nos hace sentir la caricia de su amor que nos dice: “Yo estoy a tu lado, yo no te abandono, yo te quiero”.

Pero cada uno tendría que preguntarse ahora: ¿Y yo? ¿Qué querrá hacer de mí el Espíritu Santo? Ninguno de nosotros tiene que repetir lo que fue Santa Rosa, ni San Francisco, ni la Beata Teresa de Calcuta. Cada uno llega a ser santo de un modo particular, porque Dios lo ha hecho distinto, y el Espíritu Santo quiere poner en tu vida un reflejo de Jesús que no había puesto en los demás. Entreguémonos al Espíritu Santo para que haga su obra:

“Los exhorto, hermanos, a que se entreguen a Dios como una ofrenda viva, santa, agradable a Él. Ése será el culto espiritual de ustedes” (Romanos 12,1).

Domingo

El Espíritu Santo actúa como quiere y muchas veces nos sorprende con esa libertad divina. Hoy, que celebramos al apóstol San Matías, podemos descubrirlo especialmente. Porque la elección de San Matías se realizó echando suertes (Hechos 2,23-26). Ese procedimiento sirvió para conocer la decisión de Dios. Por eso, en la oración los apóstoles dicen: “muéstranos a cuál has elegido” (v. 24). La elección de Matías era una cuestión del amor de Dios, que va más allá de todos los criterios humanos.

Si ellos descubrieron la voluntad de Dios echando suertes, no esperemos que el Espíritu Santo nos ilumine siempre de una manera maravillosa, porque él nos hablará de miles de maneras sencillas y nos ayudará a descubrir lo que él quiere de formas muy ordinarias y poco llamativas.

No sólo Matías fue elegido con ternura. Cada uno de nosotros fue elegido para vivir en amistad con Jesús, y es llamado a cumplir una misión que dé muchos frutos de amor, hasta dar la vida en respuesta a esa elección. Es bello sentirse agraciado, haber sido elegido gratuitamente, sin que uno lo haya merecido o comprado con algo, sin que pueda adquirirlo, exigirlo o esperarlo por algún título u obra personal.

El Espíritu Santo viene muchas veces a nuestra vida para que cumplamos determinadas misiones, no porque seamos perfectos, o porque lo merezcamos, sino por un amor gratuito y libre. Él actúa donde quiere y como quiere. Dejémonos conducir por él.

Ateo militante, haciendo meditación budista leyó algo de Santa Teresa, y eso hundió sus prejuicios

Joseph Calvert es hoy diácono permanente en Kentucky y un enamorado de la Virgen
ATEO MILITANTE, HACIENDO MEDITACIÓN BUDISTA LEYÓ ALGO DE SANTA TERESA, Y ESO HUNDIÓ SUS PREJUICIOS 

 por Pablo J. Ginés/ReL

Estudiando en la universidad en los años 80 Joseph Calvert era ateo. Muy ateo. Incluso generosamente ateo. Tan ateo que cuando ahorró 100 dólares trabajando en una cadena de comida rápida (a 3,6 dólares la hora) se los gastó en comprar varias copias de "Por qué no soy cristiano" de Bertrand Russell para repartirlas gratis a quien pasase por el centro del campus.

¿Cómo es que Calvert es hoy diácono permanente en dos parroquias de Kentucky? El cambio empezó cuando siguiendo instrucciones de un gurú indio empezó a leer unos poemas de Santa Teresa de Ávila. Y eso le hizo conocer más a Teresa, a su época, y empezar a estudiar la fe católica que había despreciado tanto.

La universidad le hizo ateo

Joe Calvert fue bautizado de niño y se educó en una familia protestante. El único católico que conocía era su abuelo, quien iba a misa cada domingo, pero no se acercaba a comulgar porque estaba casado con una divorciadabaptista. Joe veía que su abuelo era una persona humilde, generosa y convencida de la igual dignidad de todas las personas.

En la universidad, a mediados de los 80, donde estudió inglés e ingeniería, Joe abrazó el ateísmo militante. Explica a ReligionEnLibertad que las clases que recibió lo llevaron a eso. "En las clases de historia, de literatura, de filosofía, no nos decían nada bueno de la Iglesia Católica ni del cristianismo. Sólo nos hablaban de la Inquisición española, de un par de Papas corruptos, y de dos mil años de machacar a las mujeres con la religión. En cambio, a los pensadores ateos los presentaban como los iluminados que nos sacaban de la prisión de la religión organizada".

El libro de 1957 del matemático Bertrand Russell usaba un lenguaje divulgativo y confrontacional: "Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en iglesias, ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo", proclamaba. Joe Calvert, fascinado, lo compraba ¡y regalaba copias!


Los católicos, unos lemmings que no piensan

Nadie fue nunca a presentarle la doctrina católica a Joe, a invitarle a nada católico, a proponerle ninguna lectura. Una vez preguntó a un católico por qué doblaba una rodilla en la iglesia. "Bueno, es lo que haces al pasar por en medio", respondió. Superstición, ritos repetidos sin razón ni argumentación, pensó Joe.

"En mi opinión, los católicos eran unos lemming que no pensaban, que creían supersticiones sólo por haberlas recibido de sus padres. La Iglesia Católica era sólo otra entidad ansiosa de poder y riquezas. Pensaba que el Papa, que era San Juan Pablo II, sólo era un difusor de supersticiones y lo ridiculizaba cuando hablaba de él".

Y sin embargo, aunque Calvert era en esta época favorable al aborto y la anticoncepción, de alguna manera reconocía que admiraba a Juan Pablo II ya entonces por ser capaz de plantarse "ante la ONU y el presidente Clinton, contra el control de natalidad, el aborto, la ordenación de las mujeres y otros temas. Sentía cierta admiración por su fuerza al mostrarse en desacuerdo. Su fuerza y consistencia serían una de las cosas que luego contribuirían en mi conversión".

El presidente Clinton intentaba marcarle el camino a Juan Pablo II, pero éste se mantenía firme en su defensa de la vida y la familia cristiana
El sentido de la vida... y explorar el budismo sin dios 

¿Qué sentido tenía la vida sin Dios ni la fe? Pensaba que había que ser "virtuoso" en la línea de Russell o de George Bernard Shaw (1856-1950). De éste último apreciaba un pasaje: "Este es el verdadero gozo de la vida: ser usado para un propósito que uno reconoce como poderoso; desgastarte antes de ser arrojado al montón de chatarra; ser una fuerza de la Naturaleza en vez de un pequeño montón de quejas y agravios que protesta porque el mundo no se dedica a hacerte feliz".

Joe exploró el budismo porque le parecía que podía encajar con esa idea. "Músicos como los Beatles, Carlos Santana y John McLaughlin iban a la India a aprender de sus gurús y parecían ganar paz con ello", explica Calvert a ReL. "Muchos pensaban que había una mayor sabiduría en las religiones orientales. Esos músicos incluían frases de sus gurús en sus discos y a mí me gustaban. Por ejemplo, en la portada de un álbum de Carlos Santana había una frase de Sri Chinmoy: 'O Maestro Músico, afíname para la vida, otra vez. Mi corazón quiere llegar a ser el gozo de un nuevo despertar. Me atrapa la altura del éxtasis".

John McLaughlin y Carlos Santana con el gurú Sri Chimnoy en su disco de 1973 "Love Devotion Surrender"
Joe estudió una rama de budismo que consideraba que Buda era, simplemente, "un maestro capaz, que diagnosticó que la gran enfermedad de la humanidad era el egoísmo. Mi budismo enseñaba la prioridad de quitar todo egoísmo del pensamiento, mediante la meditación, para poder quitarlo de la vida, y así un día poder alcanzar el nirvana, la total eliminación del yo. Se supone que entonces uno ya no tendrá individualidad ni separación, sino que se fundirá en algún estado superior del ser". Y así, de forma disciplinada, empezó a hacer meditación cada día.

De la meditación ¡a Santa Teresa!

Joe se ayudaba con textos del Ecknath Easwaren, un indio que había fundado en California el Centro de Meditación Blue Mountain. Easwaren recomendaba, para meditar, una serie de poemas de místicos, entre ellos, el clásico de Santa Teresa de Ávila:

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
Sólo Dios basta.

"Estos poemas de ella me llevaron a leer sus libros, como Camino de Perfección y El Castillo Interior", explica Calvert. "Su vida y escritos eran irreconciliables con lo que me habían enseñado en las universidades sobre la Iglesia. Me habían dicho que la Iglesia machacó a las mujeres durante dos mil años. Pero aquí teníamos una mujer intelectual brillante, superfuerte, y precisamente de la España del tiempo de la Inquisición, llena de gozo y amor por la vida y por la Iglesia. Esta fue la primera andanada seria contra el muro aparentemente impenetrable de mi orgullo intelectual", recuerda.


Los católicos en su entorno: "tenían un brillo interno"

Joe empezó a prestar atención a los católicos que conocía de cerca. Estaba su abuelo, ejemplo de constancia y generosidad. Y estaba la gestora de la oficina del negocio de su padre, donde trabajaba como ingeniero. "Era como una segunda madre, por su bondad". Y estaba su suegra, la señora Raquel Jeannette, de Panamá, "una santa en la tierra viviendo las virtudes de constancia, mansedumbre y humildad". "Estas personas tenían un brillo en su interior que yo quería tener".

Había conocido a su esposa Bertaal final de sus estudios universitarios: era su profesora de español en un cursillo intensivo. "Entonces era una católica de nacimiento que había dejado de ir a misa regularmente, pero su catolicismo era profundo en su pensamiento y acciones. Tenía una bondad que me atraía y que años después reconocí que se originaba en su catolicismo", recuerda.

Joe Calvert, ya diácono, con su esposa Berta, de origen panameño
Estudiando el Catecismo y Evangelium Vitae 

Su corazón, pues, llevó a su intelecto a explorar las doctrinas católicas. "Así, me leí el Catecismo de principio a final y no encontré nada que no fuera lógico o digno de confianza", constató asombrado.

Y después reflexionó sobre el tema del aborto y la anticoncepción, a partir de la encíclica "Evangelium Vitae" de Juan Pablo II. "Su argumentación lógica paso a paso sobre la santidad de cada vida humana fue devastadora para mi orgullo y mi apatía, para las mentiras de la llamada libertad reproductiva".

Católico a los 35 años 

Finalmente, el 23 de diciembre de 1995, a los 35 años, ingresó plenamente en la Iglesia Católica con el sacramento de la confirmación. "Dejé ir mis últimas objeciones, nada trae más paz de mente y alegría que hacer la voluntad de Dios", constata. "Me sentí cientos de kilos más ligero después de limpiarme décadas de pecados en el sacramento de la Penitencia. Durante la Confirmación sentí que el Espíritu Santo pasaba a través de mí y me llenaba como si fuera un líquido, y era una luz sanadora y fortalecedora que me atravesaba y se quedaba en mí, en esa forma". Era una experiencia de poder y libertad, dice.

Visitando España: la fe en Europa 

Joe desarrolló una fuerte devoción mariana. Tres veces peregrinó a Fátima y tres veces estuvo en Garabandal, donde conoció a las religiosas del Hogar de la Madre ("jóvenes y risueñas") en Santander, que con ladrillos y cemento edificaban ellas mismas un nuevo dormitorio. Explica a ReligionEnLibertad que le apena ver multitudes de turistas ante catedrales y conventos históricos en España y Europa, pero que no son capaces de relacionar la belleza estética con el Dios que suscitó esa belleza y el pueblo cristiano que la creó con su trabajo. Le emociona, en cambio, rezar en Guadalupe entre las personas humildes, y pensar en los sencillos niños videntes de Fátima.

"Creo que nunca me cansaré de Fátima", añade. "He tenido grandes experiencias en el convento de Santa Teresa en Ávila, en Loyola y otros sitios, pero mi corazón me llama más a los santuarios marianos: cuanto más me acerco a Ella, más cerca estoy de Él".

El diácono Calvert reza antes de misa en su parroquia de St Christopher, en Radcliff, Kentucky

Un diácono para la Iglesia 

Durante años le animaron a hacerse diácono y lo comentó con su confesor. Tanto él, como su esposa e hija, le animaron a considerarlo en serio. Durante meses se lo planteó a Dios en adoración. "Creo que me dijo: sé diácono de María o no seas diácono", explica. "Creo que Ella es el mejor camino hacia Él".



John Calvert, con su esposa y su hija, de vacaciones en Red Rocks, Colorado
En sus años como diácono, le ha entristecido ver como los casos de abusos de clérigos corruptos han dañado al pueblo de Dios.Cree que muchas veces es la arrogancia de los clérigos y otros cristianos lo que aleja a la gente de Cristo y su Iglesia. Por otra parte, le inspira ver a muchos laicos en estos tiempos duros se alzan a servir y a evangelizar. "Dios ciertamente sigue trabajando hoy", explica.

Recuerda que a él nadie nunca le ofreció conocer la fe católica y piensa que los católicos deberían salir a evangelizar, invitar, ir a las casas. "En eso hemos de aprender de los Testigos de Jehová y los mormones", dice. Y añade: "Jesús no dijo: 'limítate a ser buen católico, ten limpio tu porche trasero y dedícate a tus asuntos'. Él dijo: 'id y haced discípulos de todas las naciones'."

Fuente religiónenlibertad

Doctrina del budismo


DOCTRINA DEL BUDISMO
Por: Carlos Lepe y David Calderón

Es una doctrina que se centra en convicciones intelectuales y en una búsqueda de perfección individual; tiende al politeísmo, al ritualismo y al sincretismo.

El budismo surgió como una reacción contra la discriminación impuesta por los arios en la India, contra la poco satisfactoria doctrina védica de la reencarnación y contra los rituales complicados; es una doctrina que se centra en convicciones intelectuales y en una búsqueda de perfección individual.

Su carácter no ritual, su poco apego a las tradiciones locales y la tremenda persecusión hindú hicieron que el budismo no se afianzara en la India. Su campo de desarrollo fue China, de donde se extendió al sudeste asiático y a Japón.

Como en todas las religiones, en los grupos populares el budismo tiende al politeísmo, al ritualismo y al sincretismo o mezcla con otras tradiciones locales previas. En todos los tiempos, la carta fuerte del budismo ha sido su élite, hombres admirables por su disciplina, su capacidad intelectual y su ardor misionero.

Mitos y hechos

¿El budismo es una doctrina pacífica; a diferencia de otras religiones, nunca empleó la violencia ?

Falso. El budismo sufrió varias persecusiones injustas y encarnizadas. Sin embargo, los budistas de China impusieron su religión por la fuerza, ejecutando a los sacerdotes taoístas y confucianos, al menos en seis períodos distintos de la historia de esa nación. Siendo los monjes budistas excelentes funcionarios del Estado, influyeron en los reyes de Birmania, Tailandia y Corea, lo mismo que sobre los capitanes de guerra o shogun japoneses para declarar su religión como la oficial y exterminar a las otras creencias. Las guerras entre los budistas de Nara y los de Kyoto en el siglo VIII, entre la secta Tendai y la Shingon en el siglo X o entre los Zen y los Nirichen en el siglo XIII fueron más crueles que cualquier otro ciclo de combates en la formación de Japón. En perspectiva histórica, el choque del budismo con otras creencias, o incluso entre dos grupos rivales de la misma religión, no es diferente a ejemplos más conocidos en el judaísmo, el cristianismo o el Islam.

¿En el budismo se adora al dios Buda?

Falso. Las representaciones budistas más conocidas en Occidente retratan a Siddharta Gautama, el príncipe de la India que en siglo V AC dio origen a esta religión. Sin embargo, no se adora en él a un dios, sino se venera a un maestro que explicó cómo funciona la vida humana; el budista no busca amar a Buda, sino convertirse él mismo en un Buddha o iluminado. Hay centenares de miles de budas, y se cree que cualquier hombre puede alcanzar ese estado.

¿El budismo, a diferencia de otras religiones, no busca ganar adeptos?

Falso. Por el contrario, una de las características típicas del budismo es su actividad misionera. Por ejemplo, en el mundo actual, la secta Zen se dedica desde finales de los 50 a conquistar el oeste de EU y Canadá, mientras que los Nirichen, financiados por la empresa trasnacional Mitutoyo, han establecido centros misioneros de amplia difusión en California, Ontario, Hawaii, Neuss (Alemania), Singapur, Sao Paulo y México. El Dalai Lama tiene adeptos difusores entre figuras del espectáculo y la política de EU y Europa, e incluso los tradicionalistas monjes Theravadin de Thailandia viajan a América Latina.

Desarrollo

A) Doctrina


El budismo parte de la conciencia del dolor inherente a la existencia, el dolor de la frágil e insatisfactoria vida presente y también el dolor del ciclo de la reencarnaciones. El universo es un mecanismo de causa y efecto en el que no hay dios que guíe, provea o salve. Lo único que cuenta son los actos, que dejan su marca en los seres y condicionan su desarrollo. Los hombres sufren y hacen sufrir porque tienen ideas inadecuadas de la vida y la realidad. La única vía de salida de esta ignorancia son las “Cuatro nobles verdades”:

1) La vida está llena de sufrimiento

2) La causa del sufrimiento es el deseo

3) Extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento

4) Para extinguir el deseo y su consiguiente sufrimiento, hay que seguir el Óctuple Camino

El Óctuple Camino es:

Visión correcta Vida correcta
Aspiraciones correctas Esfuerzo correcto
Palabras correctas Conciencia correcta
Conducta correcta Concentración correcta

Siguiendo el Óctuple Camino, el hombre supera la ilusión y se da cuenta que el mundo está regido por la anitya (= transitoriedad, no permanencia de las cosas), que él mismo es anatman (= sin alma, sin un centro más allá de las acciones y pensamientos) y que todo es sunyata (= sin substancia, vacío). Si las cosas o el hombre fueran en realidad -piensan los budistas- no cambiarían ni estarían sujetos al karma o efecto de las acciones. Atenazados por el deseo, el karma nos atrapa en el ciclo de reencarnaciones o samsara.

El samsara tiene seis tipos posibles de existencia: en el infierno, como espíritu torturado, como animal, como asura o espíritu maligno, como humano o como deva o dios benigno. Ser un dios no mejora realmente la situación, pues se tiene menos limitaciones que como ser humano, pero se puede ser igual o más infeliz debido al deseo.

Cuando un hombre se decide a seguir el Camino, entra a formar parte de la Samgha (= Hermandad) como monje o laico. Ayudado por sus correligionarios y por la compasión de los budas, se esfuerza en el paramita (= llegar a la otra orilla), la disciplina de ofrendas, moralidad y meditación que son el centro de la religión. Finalmente, en alguna de sus vidas -y por supuesto, se intenta que sea en la presente- se alcanza el bodhi o iluminación, la perfecta certeza de las cuatro nobles verdades, de manera que al morir se alcanza el nirvana o extinción, la superación absoluta del deseo, del sufrimiento y de la existencia misma.

B) Buddhas y bodhisattvas

El budismo arranca de la predicación y vida de Siddharta Gautama (558-478 AC). La tradición budista señala que Gautama fue el hijo del rey de Kapila, en las fronteras de la India y Nepal. Una profecía señaló que el recién nacido sería el emperador de todo el universo o bien el maestro que enseñaría la perfecta sabiduría, si es que tenía la oportunidad de conocer el sufrimiento. El rey prefería el primer destino, de manera que rodeó a su hijo de una corte perfectamente lujosa, donde no hubiera espacio para ninguna preocupación o dolor. Siddharta se convirtió en un hábil guerrero y en un cortés príncipe, casado con una mujer bellísima y padre de un hijo. Pero un día quiso conocer el mundo, y ya que no pudo hacerlo desistir, su padre el rey mandó retirar de las calles de la ciudad todo signo de dolor o miseria.

Sin embargo, fue inevitable que Siddharta viera a un hombre anciano, con los achaques de la decrepitud, a un enfermo con graves padecimientos, para finalmente toparse con un cadáver. Pero el encuentro determinante del día fue el que tuvo con un asceta, que mendigaba su comida pero que afirmó tener una vida plena. Siddharta huyó, abandonando su trono y su familia, y se dedicó a la vida ascética. A punto de morir de inanición, comprendió que eso tampoco lo haría feliz. Sakyamuni, como era llamado entonces, hizo un voto: no se levantaría de meditar bajo un árbol de tilo hasta no descubrir la clave de la vida. Así, a los 35 años, alcanzó la iluminación y se convirtió en Buddha. Dedicó el resto de su vida a enseñar las cuatro nobles verdades y a practicar el paramita; en una dulce agonía, rodeado de sus discípulos, entró en el nirvana a los 80 años, en Kusinagara, en el norte de la India.

Para el budista, Sakyamuni es sólo una manifestación histórica de la “budidad”. La existencia misma es ilusión, lo único que hay es el perfecto vacío de Thatagatha, el Bendito, el Buddha eterno. De hecho, Sakyamuni tuvo antes otras seis existencias, y en todas alcanzó la iluminación. Las direcciones de la realidad están presididas por cinco Buddhas: Vairocana en el centro, Ratnasambhava en el sur, Amithaba en el oeste, Amoghasiddhi en el este y Aksobhya en el norte. Además de infinitos Buddhas ya logrados, están los Bodhisattvas, seres de todo tipo que hicieron un voto de no alcanzar ellos mismos el nirvana hasta no ayudar a otros seres a lograrlo; el más importante de todos ellos es Maitreya, que vive en un paraíso fuera de este mundo y que un día vendrá, se vestirá con la túnica de Sakyamuni y completará su obra.

C) Prácticas

La práctica fundamental del budismo es el Camino, que se traduce en una serie de mandamientos, los cuales se derivan concretamente de las exigencias propias del óctuple camino:

Visión correcta: creer las cuatro nobles verdades;

Aspiraciones correctas: no codiciar, no ser avaro, no tener ira;

Palabras correctas: no mentir, no insultar, no hablar en vano;

Conducta correcta: no matar, no robar, no adulterar (aquí está la base del ahimsa o no violencia);

Vida correcta: no hacer nada vergonzoso;

Esfuerzo correcto: dedicarse a los fines adecuados;

Conciencia correcta: lograr la tranquilidad;

Concentración correcta: alcanzar la sabiduría.

Existen muy pocos rituales comunes a todo el budismo; entre los más importantes están la entrada en la Hermandad, los festejos en conmemoración del nacimiento (8 de abril) y de la iluminación (8 de diciembre) de Sakyamuni, y las dos semanas de Higan (una en primavera y otra en otoño) en la que toda la Hermandad se esfuerza por desarrollar la disciplina.

Al aceptar la existencia de dioses (pero restándoles importancia), el budismo en cada región asimila mitos y ritos anteriores, en los que se introduce pocos cambios para hacerlos compatibles con la doctrina. Así ocurre con las festividades paganas del sudeste asiático, las prácticas adivinatorias del taoísmo chino o el complicadísimo ritual del shintoísmo japonés.

Para conservar los restos de Sakyamuni, se construyeron en la India las estupas, templos circulares originalmente sin ninguna representación humana; andando el tiempo y extendiéndose geográficamente, los templos budistas comenzaron a presentar bajorrelieves (todavía se representaba a Buddha como un árbol de tilo, una llama o una rueda de ocho rayos -el Camino-) y decoraciones con figuras animales y vegetales. Finalmente se representó a Sakyamuni, a los buddhas de las direcciones y a todo tipo de héroes, reyes, maestros y boddhisattvas; muchos templos hoy llegan a tener más de mil ídolos.

Para la oración y meditación diarias se recurre a cantos y mantras, a la quema de incienso y veneración de imágenes. Los monjes de las distintas observancias desarrollaron o adaptaron prácticas de meditación e integración psicofísica: yoga, mandalas, artes marciales, meditación con sonidos, jardinería, pintura, escritura, estudio, aislamiento, celibato.

D) Desarrollo del budismo

A la muerte de Sakyamuni, la Hermandad era un pequeño grupo de unas cuatro mil personas. Asoka, el más grande rey de la dinastía Maurya, en el siglo II AC, se convirtió al budismo y difundió su doctrina en todo el reino. Pocos años después de su muerte, el budismo fue perseguido y los monjes se refugiaron en Nepal, para después extenderse por Bactriana, Indochina, Indonesia y China, a donde llegaron alrededor del 150 DC.

Por esas épocas se dió la gran división del budismo: un grupo conservador, en el que el acento está en la perfección personal, con los laicos sosteniendo materialmente y venerando a los monjes y monjas, llamado Theravada (= abogados de los mayores) y un grupo progresista, con el acento en la armonía con el universo, más igualitario, llamado Mahayana (= gran vehículo, con “lugar para todos”).

El budismo Theravada es típico de Nepal, Birmania, Camboya y Thailandia; el budismo Mahayana es predominante en China, Mongolia, Corea y Japón. El budismo chino se caracterizó por la influencia de los monjes en el gobierno y su gran contribución a la organización, la legislación, la medicina y la educación. En Japón, el budismo captó a la élite intelectual; sus especulaciones metafísicas, sus técnicas de éxtasis y su contribución al arte son muy influyentes aún hoy. Hasta la llegada del cristianismo y el Islam, el budismo fue la única religión sin ningún tipo de restricción en cuanto a raza, cultura, extracción social, edad o sexo para pertenecer plenamente a la comunidad.

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:

http://www.es.catholic.net/op/articulos/18712/doctrina-del-budismo.html

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Cuando Dios te ordena algo... escucha


CUANDO DIOS TE ORDENA ALGO… ESCUCHA
Por: Fernando de Navascués

Nosotros podemos ser sus vasijas, sus enviados, sus siervos, sus escogidos, si prestamos atención a su voz

Muchos hombres y mujeres en la Biblia escucharon la voz de Dios y atendieron su llamado, entre ellos: Noé, Samuel, Jeremías, Amos, María, María Magdalena y Moisés. Este último es un ejemplo claro de obediencia y heroísmo, pero también de lo que muchos hacemos cuando escuchamos el llamado del Señor.

Ya sea para empresas sencillas como ayudar a nuestros padres en el hogar, o para obras más grandes como visitar a un enfermo, o ayudar a alguien en necesidad económica, o bien para comisiones mayores como un ministerio en la iglesia o una misión evangélica en otro continente, para oír el llamado de Dios es necesario no resistirnos, y sobre todo ser humildes, a fin de poder comprender aquello que se nos ha encomendado.

Tener fe, es decir, confiar en Dios, y obedecer, son los elementos finales que nos conducirán al éxito de la empresa encomendada, luego de que el Señor nos haya dotado de su gracia y de todo lo necesario para llevarla a cabo y concluirla cabalmente, de acuerdo a su voluntad y propósito.

En el capítulo 3 del libro de Éxodo se narra cómo Moisés, un pastor de ovejas, vio un día una zarza ardiendo, se acercó y Dios le habló, lo llamó por su nombre. Moisés respondió: “Heme aquí”. Sin embargo, él tuvo miedo y se cubrió el rostro. Dios le pidió que se quitara los zapatos porque estaba pisando tierra santa. Dios le mandó ir ante el Faraón de Egipto, quien tenía en cautividad al pueblo de Israel, y pedirle que los dejara ir.

Moisés presentó diversas objeciones ante Dios: le dijo que el pueblo no le creería, que le preguntarían el nombre de quien lo había enviado, que él no estaba facultado para hablar ante Faraón porque sufría de una especie de tartamudeo, y básicamente declaró su inseguridad ante el llamado del Señor. Sin embargo, Dios tuvo paciencia con él, porque ya había resuelto convertirlo en un líder espiritual.

Dios le mostró el poder que podía darle cuando convirtió su vara en serpiente, y luego en vara nuevamente; también puso lepra en una de sus manos y luego quitó la lepra en un instante. Asimismo, puso junto a él a su hermano Aarón para que hablara por él. Ambos se presentaron ante Faraón en repetidas ocasiones, de quien recibieron múltiples rechazos y negativas, por lo cual Dios envió diez plagas sobre Egipto. Finalmente, Faraón dejó ir al pueblo, que se dirigió a la tierra de Canaán, la tierra prometida donde fluiría leche y miel.

El pueblo de Israel siguió a Moisés, aunque no fue del todo obediente ni fiel a Dios. Pero Moisés sí lo fue. Dios partió las aguas del mar en dos para dejar pasar al pueblo y salvarlo de la persecución final de Faraón. Con mucho esfuerzo, dolor y sacrificio cumplió el mandato de Dios hasta el día de su muerte.

Así que, cuando Dios te mande a hacer algo, cuando escuches su voz en tu corazón o mientras ores, cuando escuches su llamado, no opongas resistencia, piensa en las grandes hazañas que Dios quiere hacer a través de ti. Cuántas personas pueden ser aliviadas, consoladas, liberadas, salvadas o redimidas si tan sólo obedeces a la voz de Dios y dejas que Él te use con poder, tal como usó a tantos profetas, discípulos y apóstoles.

¿Quieres responder: “Pero, Señor, yo no…”? ¿O quieres decirle: “Heme aquí, Señor, envíame a mí”?, tal como lo hizo el profeta Isaías (Isaías 6:8). No es necesario que seas perfecto, sino sólo que estés dispuesto. No importa cuánto tome de ti, Dios te dará la fuerza, los recursos y la habilidad para cumplir aquello que te ha mandado a hacer. Moisés se despojó de su calzado; nosotros deberemos despojarnos de todo aquello que estorbe al llamado de Dios, así como presentarnos ante Él desnudos y dispuestos.

Dios hará el resto. Él es el verdadero héroe de todas las historias, nosotros podemos ser sus vasijas, sus enviados, sus siervos, sus escogidos, si prestamos atención a su voz.

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:

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