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11 años del Papa Francisco: Un pontificado de cercanía, misericordia y ternura


El día 13 de marzo de 2013 se cumplen los once años del pontificado del papa Francisco. Un papado en un cambio de época en donde la tecnología y la crisis antropológica están afectando nuestra manera de vivir y pensar. La elección del papa Francisco ha sido un acierto dentro de esas inesperadas sorpresas de Dios. Un hombre sencillo, hijo de inmigrantes, nos invitar a responder al llamado de Dios evitando defender privilegios que nos llevan a un clericalismo que ideologiza la barca de Pedro. La vocación al discipulado de Jesús tiene que ser cercana olvidándose de uno mismo, siempre sensible a las necesidades de los más vulnerable y llegando con el evangelio de la mano de Jesús. Las tres actitudes que se subrayan en los gestos, discursos, homilías y escritos de este pontificado son: cercanía, misericordia y ternura.

Cercanía

La cercanía se ha mostrado con los enfermos, las personas que viven en situación de pobreza y sobre todo con las víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos a menores. El papa Francisco ha comprendido el drama de los abusos de manera más profunda después de su viaje a Chile en el año 2018, y ha sido capaz de pedir perdón a las víctimas de este drama “monstruoso” que ha envenenado a nuestra iglesia. El papa sigue siendo cercano a la realidad de los migrantes, y a las situaciones donde existe la guerra como Sudán del Sur y Ucrania.

Dentro de sus homilías y discursos nos ofrece un Dios cercano, que es padre que mira amorosamente a sus hijos. Incluso invita a sentarnos “en las rodillas de Dios” para observar el mundo con confianza y amor y experimentar la alegría y la paz que sólo Él nos puede conceder. El mismo papa Francisco en una de sus alocuciones nos recuerda que “en el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor; no decir muchas palabras, sino realizar gestos: «Curad enfermos – dice – resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio. Os digo una cosa: a mí  me dejan siempre perplejos los «parlanchines«, con su mucho hablar y no hacer nada”.

La cercanía es más que una virtud concreta, es una actitud que implica a toda la persona: crea vínculos, permite que estemos, a la vez, en lo nuestro y atentos a las necesidades del prójimo. En una de sus alocuciones puso el ejemplo del diácono Felipe, que iba de un sitio para otro sembrando la alegría del Evangelio y bautizando incluso en medio de la carretera (cfr. Hch 8,5; 36-40). Me gustó esa expresión de cercanía en la JMJ de Lisboa (2023): “en la Iglesia hay espacio para todos, ninguno sobra. Eso lo dice Jesús claramente”. 

Misericordia

A los tres años de su pontificado, el papa Francisco invita a vivir el año de la misericordia en toda la iglesia. Una buena manera de mostrar que hay continuidad entre el papado de Benedicto y el de Francisco es en la misericordia. De ella decía el Papa emérito que "es el núcleo central del mensaje evangélico y el nombre mismo de Dios". De la teología del amor de Benedicto XVI al "Señor que es todo misericordia y pura misericordia" del papa Francisco. Un gesto grandioso: la apertura de ese Jubileo se realiza el día 29 de noviembre en la catedral de Bangui, en la República Centroafricana. Una manera de gritar al mundo que por el camino de la misericordia se llega a la paz.

Con el jubileo extraordinario de la Misericordia pudimos disfrutar la publicación de la Bula "Misericordiae vultus" en donde afirma que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo”.

Como me gustaría que esos sacerdotes que tienen el corazón herido meditasen una y otra vez estas frases, en vez de querer públicamente mostrar división y rigidez hacia los demás y sobre todo hacia la autoridad de nuestra iglesia. Desde su escenario clerical se olvida que no podemos ser custodios de la unidad y comunión en la iglesia si no tenemos la misericordia en nuestras acciones cotidianas.

Ternura

Hemos agradecer que este pontificado nos haya convertido en revolucionarios de la ternura de Dios. La experiencia personal del papa Francisco sobre la ternura de Dios tiene su origen en la contemplación de un cuadro, La vocación de san Mateo, de Caravaggio que se encuentra en la iglesia de san Luis de los Franceses, una joya del arte barroco que alberga en su interior tres obras maestras de este autor sobre el evangelista Mateo. El papa Francisco acudía a este lugar a contemplar el lienzo cada vez que viajaba a Roma para algún encuentro en el Vaticano cuando era arzobispo de Buenos Aires. Por esta razón hay que agradecer las veces que nos invita a dejarnos mirar por Jesús en la cruz, en su visita a la Basílica de Guadalupe en México (2016) nos invitó a dejarnos mirar por Ella “creo que hoy nos va a servir un poco de silencio. Mirarla a ella, mirarla mucho y calmadamente, y decirle como hizo aquel otro hijo que la quería mucho”.

Uno de los momentos de ternura de Francisco podemos observarlo en las visitas que realiza a las cárceles, a puerta cerrada, sin focos, para seguir atento a tantas historias de dolor en donde recuerda que “ser privado de la libertad no es lo mismo que estar privado de la dignidad”. Esta frase cambia el rostro de Janeth Zurita una de las internas que logra hablar con el papa Francisco cuando visitó un reclusorio en su viaje a Chile.

En su visita al hospital infantil de México nos habló de la “cariñoterapia” principio para sentir la ternura de Dios en los enfermos, también desde su capilla de santa Marta nos recuerdó que la bella ciencia de las caricias de Dios se traduce en ternura. Hoy nos hace falta recordar estas tres actitudes necesarias para que haya unas relaciones fraternas y en paz dentro y fuera de la Iglesia católica.

Durante estos años de su pontificado percibo un fenómeno que me llama la atención: hay personas que se empeñan en ver y juzgar al papa a partir de unos prejuicios que oscurecen la mirada y deforman la realidad. Unos solo ven en él a un papa progresista; otros, a un papa conservador.

Recordemos que la Iglesia es un lugar de perdón, escucha y acogida. Un espacio de experiencia y encuentro con Jesús. Aquí no entran las ideologías políticas tradicionales y liberales. Creo que con estas actitudes que propone el papa Francisco cercanía, misericordia y ternura podemos construir una iglesia más sinodal, poniendo atención a posiciones ideológicas rígidas que nos separan de la realidad y nos impiden caminar juntos.

Autor: Monseñor Francisco Javier Acero, auxiliar de la arquidiócesis de México

¿Negarle una moneda a un pobre en la calle es pecado de omisión?


¿Negarle una moneda a un pobre en la calle constituye un pecado de omisión? Esta pregunta, aunque aparentemente simple, nos lleva a reflexionar sobre la esencia misma de nuestra fe y cómo vivimos nuestro compromiso cristiano en el mundo actual.

Antes de profundizar en esta cuestión, es esencial recordar las palabras de nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio según Mateo, quien nos enseñó: "Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron en su hogar; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me cuidaron; en la cárcel, y me visitaron" (Mateo 25, 35-36). Estas palabras nos muestran el camino del amor y la compasión, y nos llaman a ser instrumentos de la misericordia divina en el mundo.

El Catecismo de la Iglesia Católica también nos proporciona una orientación clara sobre este tema. En el párrafo 2443, se nos recuerda: "El extraño que resides contigo será para ti como uno de tus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios" (Ver: Levítico 19, 34). Esta enseñanza nos muestra que el amor al prójimo, especialmente a los más necesitados, es una expresión concreta de nuestro amor a Dios.

Ahora bien, ¿negarle una moneda a un pobre en la calle puede considerarse un pecado de omisión? Para responder a esta pregunta, es vital entender el concepto de pecado de omisión en la tradición católica. El pecado de omisión implica no hacer el bien que sabemos que debemos hacer. Como nos enseña Santiago en su epístola: "Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado" (Santiago 4, 17). Negar ayuda a un necesitado cuando tenemos la capacidad de hacerlo claramente entra en esta categoría.

Imaginemos a un hombre o una mujer sentados en la acera, con los ojos llenos de esperanza, extendiendo la mano en busca de ayuda. En ese momento, tenemos una opción: podemos pasar de largo, ignorando su sufrimiento, o podemos elegir actuar, mostrar compasión y brindar ayuda, incluso si es solo en forma de una moneda. Negar esa moneda implica negar una pequeña muestra de amor y apoyo que podríamos haber brindado.

En este contexto, negarle una moneda a un pobre en la calle puede verse como un pecado de omisión porque estamos fallando en cumplir el mandato fundamental del amor al prójimo. Cuando Jesús nos enseñó sobre el buen samaritano, nos mostró que el amor no conoce límites ni condiciones. No nos pide analizar la vida del necesitado para decidir si merece nuestra ayuda; nos llama simplemente a amar y servir.

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos con situaciones en las que podemos elegir mostrar compasión o pasar de largo. A veces, estamos tan inmersos en nuestras ocupaciones diarias que no notamos las necesidades de quienes nos rodean. Sin embargo, es en estos momentos cotidianos donde se forja nuestra verdadera espiritualidad. La fe no es solo una cuestión de palabras, sino de acciones concretas que reflejan el amor de Dios en el mundo.

Entonces, ¿cómo podemos vivir de acuerdo con este llamado al amor y la compasión? En primer lugar, debemos abrir nuestros ojos y corazones a las necesidades de los demás. No se trata solo de dar monedas a los pobres, sino de reconocer su dignidad y tratarlos con respeto y empatía. La verdadera caridad va más allá de las limosnas; implica ver al otro como un hermano o hermana, parte de nuestra misma familia humana.

En segundo lugar, debemos cultivar una actitud de gratitud por todo lo que tenemos. Cuando apreciamos nuestras bendiciones, estamos más dispuestos a compartirlas con los demás. La generosidad brota naturalmente del corazón agradecido. Como nos enseña San Pablo a los corintios: "Dios ama al que da con alegría" (2 Corintios 9, 7). Cuando damos con alegría, nuestro acto de amor se convierte en una ofrenda agradable a los ojos del Señor.

En tercer lugar, debemos educar nuestras conciencias para discernir cómo podemos ayudar de manera efectiva. A veces, dar una moneda puede no ser la mejor forma de ayudar, especialmente si perpetúa un ciclo de dependencia. Podríamos considerar donar a organizaciones benéficas que se dedican a abordar las causas subyacentes de la pobreza, proporcionando educación, atención médica y oportunidades de empleo. La caridad informada es un testimonio de nuestro compromiso genuino con el bienestar de los demás.

Finalmente, recordemos que somos administradores de los dones que Dios nos ha confiado. No somos propietarios de nuestras posesiones, sino custodios responsables. Como nos recuerda el Salmo 24, 1: "Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan". Esta conciencia nos invita a compartir lo que tenemos, sabiendo que todo proviene de Dios y que seremos responsables de cómo usamos nuestros recursos. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

El nombre de Dios es misericordia


Es propio de Dios usar misericordia; y en esto, especialmente, se manifiesta su omnipotencia, reflexiona Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologica. En tal sentido, nos queda claro que Dios, además de ser trascendente, santo, eterno y omnipotente, se revela también como misericordioso.

Una misericordia que no es un mero concepto abstracto y vacío, por el contrario, es una realidad concreta a través de la cual nos desnuda su amor que es eterno, tal y como nos queda expuesto en el Salmo 136.

San Juan Pablo II nos recordaba en su Encíclica Dives in misericordia que la misericordia de Dios está definida por el amor al hombre, a todo aquello que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, se encuentra peligrosamente amenazado, debido a que, la mentalidad contemporánea parece oponerse radicalmente a la idea de un Dios rico en misericordia.

El Papa Francisco no sólo admite lo antes expuesto. Va más allá. Nos dice que el nombre de Dios es misericordia y así lo expone en una entrevista llevada a libro publicado por el vaticanista Andrea Tornielli. El libro lleva por título El nombre de Dios es misericordia y recoge las impresiones que llevaron al Papa Francisco a convocar el Año Jubilar de la Misericordia, así como las recomendaciones para vivirlo con la plenitud que, en el fondo, los hombres necesitamos.

Reconocer nuestras responsabilidades

En la misma línea expuesta por el Concilio Vaticano II, Tornielli parte de un hecho concreto: “Vivimos en una sociedad que nos acostumbra cada vez menos a reconocer nuestras responsabilidades y a hacernos cargo de ellas: los que se equivocan, de hecho, son siempre los demás. Los inmorales son siempre los demás, las culpas son siempre de otro, nunca nuestras”. Esto nos ubica en una actitud abierta a la permanente condena y a eso nos concretamos: condenar y, en modo alguno, acoger.

Ante esta realidad que nos ha cosificado y congelado el corazón, el Papa Francisco nos recuerda que Dios perdona no con un decreto, sino con una caricia. Una caricia misericordiosa por medio de la cual las heridas de nuestros pecados son sanadas.

Por ello, la misericordia se transforma en la centralidad del mensaje de Cristo. Pensamiento que comparte con su predecesor, Benedicto XVI, cuando afirmaba que la misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico cristalizando en una verdad suprema: es el nombre propio de Dios, el rostro con el que Él se reveló en la antigua alianza y plenamente en Jesucristo, “encarnación del amor creador y redentor”. Amor que ilumina también el propio rostro de la Iglesia manifestándose a través de los sacramentos, concretamente en la reconciliación, como en las obras de caridad, individuales y comunitarias.

La misericordia y la confesión

El nombre de Dios es misericordia, ya que, a pesar de que podemos renegar de Dios, incluso, pecar contra Él, Dios no puede renegar de sí mismo, por eso permanece fiel a su Palabra y a su amor por cada hombre, amor que arde de manera personal y exclusiva. Por ello resalta en la entrevista la sustancial importancia que tiene para la vida del cristiano la confesión, la cual es estimada como un regalo. Dejando muy claro que la confesión debe realizarse ante un sacerdote y no lo dice por capricho, lo manifiesta siguiendo el amor dispuesto en el Evangelio: “Aquellos a quienes perdonéis los pecados, serán perdonados; aquellos a quienes no perdonéis, no serán perdonados” (Jn 20, 19-23).

Cristo se estaba dirigiendo a sus apóstoles, fuente de donde brota la línea sacerdotal que nos ha acompañado y nos acompañará a lo largo de la historia humana. La confesión tiene un profundo significado, afirma el Papa Francisco, “pues somos seres sociales. Si tú no eres capaz de hablar de tus errores con tu hermano, ten por seguro que no serás capaz de hablar tampoco con Dios y que acabarás confesándote con el espejo, frente a ti mismo”.

Ante la escucha del confesor, en este caso, el sacerdote que cristaliza en sí mismo el apostolado de la oreja, se abre la grieta que parte de la vergüenza del pecador y culmina en el regocijo frondoso de la misericordia de Dios. Paz y Bien

Por Valmore Muñoz Arteaga. 

Tengo mucho miedo de que yo me salve y mis hijos se condenen pues están alejados de Dios, ¿qué puedo hacer?



Entiendo tus preocupaciones y miedos con respecto a la salvación de tus hijos. La relación con Dios y la salvación son aspectos fundamentales de nuestra fe, y es natural que desees lo mejor para tus seres queridos. Permíteme ofrecerte orientación y consuelo a través de las enseñanzas de la Biblia y el Catecismo de la Iglesia Católica.

En primer lugar, es importante recordar que Dios es un Dios de amor y misericordia. Él quiere que todos sus hijos se salven y lleguen a conocer su amor y su gracia. En 1 Timoteo 2,4, se nos dice que Dios desea que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Esta es una promesa maravillosa y nos da esperanza para nuestras preocupaciones sobre la salvación de nuestros seres queridos.

Además, Jesús nos enseñó que Dios es un Padre amoroso que cuida de nosotros. En el Evangelio de Mateo, Jesús nos dice: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidan?" (Mateo 7,11). Esto nos muestra que Dios tiene un amor infinito por nosotros y por nuestros hijos, y que siempre está dispuesto a escuchar nuestras oraciones y responder a nuestras necesidades.

Como padres, tenemos una gran influencia en la vida espiritual de nuestros hijos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los padres son los primeros educadores de la fe para sus hijos (CIC 1653). Esto significa que tenemos la responsabilidad de enseñarles sobre Dios, su amor y su misericordia. Debemos guiarlos en la oración y en el camino de la virtud, y darles un buen ejemplo de vida cristiana.

Sin embargo, también es importante recordar que cada persona tiene libre albedrío y debe tomar sus propias decisiones en la vida. No podemos forzar a nuestros hijos a tener una relación con Dios, pero podemos orar por ellos y mostrarles el amor de Dios a través de nuestras palabras y acciones. Jesús nos anima a orar constantemente por nuestros seres queridos y confiar en la gracia de Dios. En Mateo 7,7, Jesús dice: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Nuestras oraciones pueden ser una poderosa herramienta para interceder por aquellos que amamos y pedir la ayuda de Dios en su vida.

Además de orar, también podemos ser un modelo de fe y esperanza para nuestros hijos. Vivir nuestra fe de manera auténtica y coherente puede tener un impacto profundo en ellos. San Francisco de Asís dijo una vez: "Predica el Evangelio en todo momento. Usa palabras si es necesario". Nuestro testimonio personal puede tocar los corazones de nuestros hijos y atraerlos hacia Dios.

En momentos de preocupación y miedo, es importante aferrarse a la promesa de la misericordia de Dios. El sacramento de la reconciliación, también conocido como la confesión, es un regalo maravilloso que nos ofrece la Iglesia Católica. A través de este sacramento, podemos recibir el perdón de Dios y renovar nuestra relación con Él. Alentamos a nuestros hijos a participar en este sacramento y a experimentar la gracia y el amor de Dios en sus vidas.

Además, la participación en la Eucaristía, el sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo, es fundamental para nuestra vida espiritual. Al recibir a Jesús en la Santa Comunión, nos unimos más íntimamente a Él y nos fortalecemos en nuestra relación con Dios. Invita a tus hijos a participar en la Santa Misa y a recibir la Comunión con regularidad.

La oración es otra herramienta poderosa en nuestra vida espiritual. Pídele a Dios que guíe y proteja a tus hijos, que les revele su amor y les dé el don de la fe. Dedica tiempo para orar en familia y enseñarles a tus hijos a orar. Recuerda que Dios siempre escucha nuestras oraciones y trabaja en formas misteriosas y maravillosas.

En última instancia, debemos confiar en el amor y la providencia de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que Dios es infinitamente misericordioso y que su amor nunca falla (CIC 210). Nuestro papel es confiar en su voluntad y encomendar a nuestros seres queridos a su cuidado amoroso.

Recuerda también que hay muchos ejemplos en la historia de la Iglesia de personas que se han convertido y han experimentado la gracia y el amor de Dios de manera profunda, incluso después de haberse alejado inicialmente. La oración de San Agustín por la conversión de su madre, Santa Mónica, es un poderoso ejemplo de cómo nuestras oraciones pueden tener un impacto duradero en la vida de nuestros seres queridos.

En resumen, como sacerdote católico, te animo a confiar en la misericordia de Dios y a poner tus preocupaciones y miedos en sus manos. Sigue orando, viviendo tu fe de manera auténtica y mostrando el amor de Dios a tus hijos. Recuerda que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y que su amor y su gracia son infinitos.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Evangelio 11 de junio 2023: ¿Qué encierra la frase: ‘misericordia, no sacrificios’?


Evangelio 11 de junio 2023 según san Mateo (Mt. 9,9-13)

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme.” Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que nuestro maestro come con publicanos y pecadores?”

Jesús lo oyó y dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Anden, aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”

¿Qué encierra la frase: ‘misericordia, no sacrificios’?

Este domingo regresamos a la lectura continuada del Evangelio de san Mateo, que quedó interrumpida por el inicio de la cuaresma hace unos meses. El escenario en que nos situamos, es el ministerio de nuestro Señor Jesucristo en Galilea, y específicamente el texto que leemos hoy nos narra la vocación de Mateo y la convivencia de Jesús con los pecadores en la población de Cafarnaúm.

Ante dicha circunstancia, Jesús recibe la crítica de los fariseos, quienes plantean la pregunta a los discípulos: “¿por qué come su maestro con pecadores y publicanos?”. La suposición de los grupos observantes de la ley de Moisés, es que al interactuar con personas que se encuentran en pecado, el hombre justo queda impuro (cfr. Lc 7,39).

Sin embargo, Jesús propone una dinámica diametralmente opuesta: el mal se contagia, pero con mayor razón la salud y la salvación, y por este motivo dice: “no son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos”.

Jesús, acto seguido, indica cuál es el método para ejercer la sanación de las personas: “vayan y aprendan lo que significa: ‘misericordia quiero y no sacrificios’, frase que proviene del profeta Oseas (os 6,6) y se complementa con esta otra frase en paralelismo: “conocimiento de dios más que holocaustos”.

Con este paralelismo el profeta critica a los que piensan que solucionan su relación con Dios haciendo actos de culto, olvidándose de cumplir con los preceptos de la alianza, sobre todo aquellos concernientes al buen trato, o al menos al trato justo a los demás.

Así como en la vida cotidiana sería un despropósito que un médico se rehusara a atender a los enfermos, Jesús considera que sería igualmente un absurdo si aquellos que tienen la función de conducir al pueblo en lo religioso lo abandonaran y no se dedicaran a procurar la conversión de los pecadores. Por este motivo los insta a comprender el sentido de la frase “misericordia quiero y no sacrificios”, en lugar de dedicarse a criticarlo.

Autor: Monseñor Salvador Martínez

Fuente: Desdelafe.mx

Anne Hathaway dice que el aborto puede ser otra palabra para "misericordia" y que necesitamos permitir abortar "para ser humanos"



La actriz Anne Hathaway, reconocida por películas de gran audiencia y también por ser ganadora de un premio Oscar, comparó recientemente al aborto con la palabra misericordia diciendo que una podría ser sinónimo de la otra.

Hathaway, con 39 años y madre de dos hijos, fue entrevistada recientemente en la cadena ABC, en donde dijo que el aborto es necesario “para la salud y la promoción del avance profesional de las mujeres”.

Durante la entrevista en el programa “The View”, la actriz dijo que basada en su propia experiencia con el aborto, ese procedimiento en donde le quita el derecho de nacer a un pequeño bebé “puede ser otra palabra para misericordia”.

“No lo sabemos. Sabemos que no hay dos embarazos iguales, y sigue con que no hay dos vidas iguales; y sigue con que no hay dos concepciones iguales”, dijo.

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“Entonces, ¿cómo podemos tener una ley, cómo podemos tener un punto de vista sobre esto, que diga que debemos tratar todo de la misma manera? Cuando permites la elección, permites la flexibilidad, que es lo que necesitamos para ser humanos”, agregó.

La coanfitriona del programa, Joy Behar, fue quien trajo el tema para debatir luego de que le pidiera a la actriz comentar sobre una publicación en la que criticaba la decisión de la Corte Suprema sobre eliminar la legalidad del aborto; en dicha publicación ella adaptó parte de la película “El diablo viste de Prada” hacia los temas reproductivos.

“Interpreté a una mujer joven que estaba comenzando su carrera. Y cuando eres una mujer joven que comienza tu carrera, tu destino reproductivo importa mucho. Y yo simplemente, acababa de suceder y yo solo, pienso en eso todo el tiempo. Creo que todos pensamos en eso todo el tiempo, y cuáles son las implicaciones y lo que significa vivir en un país que nos pone en esta posición”, escribió sobre la película que retrata el trabajo real de una asistente de la famosa editora de Vogue, Anna Wintour.

Explicó también que su apoyo firme al aborto no es una conversación moral sino una exposición total sobre los derechos de las mujeres.

“Esta es una conversación práctica sobre los derechos de las mujeres y, por cierto, los derechos humanos, porque los derechos de las mujeres son derechos humanos”, afirmó.

Asimismo, ella ha manifestado en otros programas de televisión estadounidenses que el fallo en contra del aborto debe ser “irrevocablemente cambiado”.

Y aunque la legalidad del aborto en EE.UU se decide estado por estado, llegando al punto de prohibirlos en distintas zonas, esa ha sido la victoria más grande para todos aquellos que apoyan y defienden la vida desde la concepción hasta el nacimiento.

Misericordia. Esa virtud que se nos escapa cada vez más fácil de las manos



MISERICORDIA. ESA VIRTUD QUE SE NOS ESCAPA CADA VEZ MÁS FÁCIL DE LAS MANOS
Por Silvana Ramos

Hay situaciones en la vida que me resultan casi insoportables, extremadamente dolorosas al punto de no caer en la tristeza sino de conducirme hacia una furia que me sobrepasa y que solo puedo calmar pidiendo ayuda al cielo. Una de estas es la falta de misericordia de nosotros, los que nos llamamos católicos.

En mi largo, o corto camino, de esta hermosa aventura de seguir al Señor, he encontrado personas absolutamente maravillosas. Verdaderos Cristos que me han levantado una y otra vez. Que no han juzgado ni mi pasado, ni las faltas que haya podido cometer. Personas hermosas que me ayudaban a levantar la cabeza y mirar el horizonte, ese horizonte que aparece detrás de la Cruz, luminoso, infinito, inmensamente atractivo que llama mi nombre desde la eternidad. Lamentablemente en el último tiempo la cantidad de personas que al menor error levanta el dedo y señala en forma no solo hiriente sino aplastante, es desconcertante.

Desde hace varios años admiro la música de Alanna Boudreau, es talentosísima y de cuando en vez visito su blog. Hace algunos días me encontré con este post que a primera vista parece un reclamo, bastante fundado, de la poca misericordia de muchos católicos que alguna vez la siguieron en redes sociales (y me atrevo a decir que seguramente aún la siguen). Me llamó la atención porque creo que es un comportamiento que va creciendo y se va enquistando en nuestras comunidades, se va haciendo cada vez más notorio, sobre todo ahora en la era de las redes sociales. Las razones de esta falta de compasión pueden ser miles, desde el miedo hasta la soberbia, y la arrogancia de creerse mejores que los otros. A salvo porque somos el «pueblo elegido». Un pueblo elegido que históricamente ha perdido la brújula varias veces.

1. Ya no hay espacio para ti, ya no eres ejemplo a seguir

Tomo el ejemplo de Alanna Boudreau para explicar a lo que me refiero. Cuán terrible podrá ser para un católico comprometido como ella pasar por una separación, por un divorcio y una anulación matrimonial. Ya de por sí, para cualquiera, el proceso es bastante difícil. Pero para alguien que sabe y vive el significado del sacramento, creo que es más duro aún. Cuán terrible no poder volver a tu comunidad cristiana, ahora que estás roto y es cuando más la necesitas. Pero no puedes volver porque ya no hay espacio para ti. Ya no eres ni ejemplo, ni testimonio. Las palabras son duras, las miradas insoportables y las habladurías escandalosamente hirientes. ¿Qué nos ha pasado? Es como si solo fuéramos dignos de amor y de respeto mientras cumplamos las reglas, mientras seamos perfectos.

Con qué derecho nos creemos para pedir explicaciones bajo la excusa de «saber para evitar el escándalo, para orar por ti», como escribía Alanna en su post:

«El juicio, la compasión y, a veces, el placer presumido que leí en los ojos de los demás, a veces era más de lo que podía soportar pacientemente. Las suposiciones apresuradas, la retirada silenciosa, la sospecha injusta, la sensación de ser material para el chisme bajo las excusas de ofrecerte «oración», fue agotador. Hizo que mis hombros se tensaran y se encorvaran; Mi cuerpo estaba tratando de hacerme más pequeña. Lloré tumbada en la cama por unos días».

2. Juzgar a toda velocidad

Qué tristes sus palabras. El caso de Alanna no es el único. Qué difícil podrá ser el haber quedado embarazada siendo soltera, haber roto tus promesas de castidad, el tener un desorden alimenticio que esconder, cuán terrible haber cometido errores en tu juventud. Qué imperdonable haber hecho todas esas cosas siendo católico. ¡Seguro te irás al infierno! Esto es lo que muchos apresuradamente piensan al dejarse llevar por el «derecho» de juzgar y suponer en la vida de los demás.

«Cuando tal sistema está amenazado por la realidad, las personas se sienten incómodas. En el fondo, más allá de su cosquilloso orgullo o su curiosidad humana, preguntan: ¿podría pasarme esto a mí? ¿Podría mi trayectoria profesional fracasar, mi vida, mi círculo social, mi comunidad? ¿Podría Dios no ser una máquina expendedora? ¿Podría la gracia tal vez no ser algo que yo sepa «hacer» o «no hacer», como atarme los zapatos?». (Alanna Boudreau)

Sí, puedes fallar, puedes caer y ojalá encuentres el amor de muchos que te levanten y te ayuden a continuar el camino. Que te ayuden a perdonarte, a perdonar como Cristo lo hace y a vivir una vida feliz, aceptando tu fragilidad y tu necesidad de Dios. Cuánto perdón aún necesitamos, perdón que se nos es dado una y otra vez.

3. ¿Es esto lo que nos ha enseñado Cristo?

¿Es que hemos aprendido a ser crueles? A destruir las vidas de los demás utilizando el escudo de las redes sociales. Utilizando la justificación de las normas y reglas antes que la misericordia de Cristo. A no perdonar, ha hacerles recordar una y otra vez sus faltas. A cerrarles las puertas y dejar a la gente sola cuando más necesita apoyo. La próxima vez antes de salir a ajusticiar, piensa un poco, ponte en los zapatos del otro y ofrece tu hombro y tu consuelo, así como lo haría Cristo. Me comprometo a hacerlo yo también. O por lo menos a intentarlo, con la gracia de Dios.

«Me preocupa cómo la compasión ha perdido centralidad en la Iglesia, incluso en los grupos católicos, o se está perdiendo, para no ser tan pesimista, incluso en los medios de comunicación católicos, la compasión no está: el cisma, la condena, el ensañamiento, la valoración de sí mismos, la denuncia de la herejía. No se pierda en nuestra Iglesia la compasión y no se pierda en nuestro obispo, la centralidad de la compasión». (Papa Francisco – Encuentro de Obispos Centroamericanos, Panamá 2019)

Fuente, Catholic Link

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La imagen del "Señor de la Misericordia", ¿Está inspirada en el amante de Miguel Ángel?



LA IMAGEN DEL "SEÑOR DE LA MISERICORDIA", ¿ESTÁ INSPIRADA EN EL AMANTE DE MIGUEL ÁNGEL?
Por Jesús Mondragón (Saulo de Tarso)


Desde hace mucho tiempo circula en Internet la imagen de una pintura con el rostro de "El Señor de la Divina Misericordia", con la descripción siguiente: “El rostro que se conoce como el rostro de Jesús, es el rostro de Tommaso Cavalieri, quien fue tomado como modelo por Miguel Angel, para retratar su rostro como la imagen de Jesús. Cavalieri era discípulo y amante de Miguel Angel, era tanto el amor por su discípulo que lo quiso inmortalizar a través de este retrato, desde entonces los cristianos vienen adorando y venerando la imagen de un homosexual.”



¿Qué podemos decir ante tanto veneno, mentiras y disparates inoculados en tan poco espacio? Las obras de arte de Miguel Ángel son parte de la cultura popular, todo el mundo está familiarizado con "La Creación de Adán", "La Capilla Sixtina" o "El Juicio Final". Más allá de las incoherencias, los datos anti-históricos y anacronismos. No se necesita ser un experto en arte para darte cuenta a primera vista, que la imagen de El Señor de la Divina Misericordia, no coincide en absoluto con las obras del genio italiano.

Primeramente, la imagen citada corresponde a una de las tantas versiones existentes del “El Señor de la Divina Misericordia” y no al "Sagrado corazón de Jesús", como equivocadamente aseguran algunos.

Segundo, Miguel Ángel vivió entre 1475 y 1564. El primer retrato de Nuestro Señor de la Divina Misericordia, fue realizado en Lituania por el pintor Eugenio Kazimirowski, hacia 1934, es decir, casi cuatro siglos después de la época de Miguel Angel, por encargo del padre Michał Sopoćko, según la descripción de Jesús, inspiradas en las visiones que Santa Faustina Kowalska tuvo en 1931.

Tercero, la imagen citada por el bulo, corresponde a la versión de "El Señor de la Divina Misericordia", que fue pintado 6 años después de la muerte de Santa Faustina (1938), por Adolf Hyła hacia 1944 en Cracovia.




Cuarto, es cierto que Miguel Angel tuvo un discípulo llamado Tommaso Cavalieri al cual incluso dedico varios sonetos de carácter intimo, lo que ha hecho especular que tenían algo más que una relación discípulo/maestro. Sin embargo no existe evidencia ni de que Cavalieri haya sido homosexual ni de que haya tenido una relación romántica con Miguel Ángel, por lo que dicha teoría no sale del plano de lo especulativo.


Tommaso Cavalieri, supuesto "amante" de Miguel Ángel.
De inmediato se pervibe  que no existe ningún parecido
entre Jesucristo y Cavalieri.

Quinto, aunque la Biblia no realiza una descripción de cómo era Nuestro Señor, el rostro de Jesucristo siempre ha sido representado con las mismas características y no sobre la base de alguna pintura que haya realizado Miguel Ángel Buonarroti.

Imagen de Nuestro Señor del siglo IV

Sabemos que para el usuario promedio de Internet, no se necesitan fuentes fidedignas ni evidencia para que sin más, se dedique a viralizar la "información". Y aunque este bulo ha sido ampliamente desmentido en varios foros de diversas vertientes, desde católicos hasta ateos, se continúa difundiendo a través de las redes.


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