Mostrando las entradas con la etiqueta misionero. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta misionero. Mostrar todas las entradas

Es líder del Movimiento Carismático; su hija ha perdido la movilidad, la memoria, ha sufrido embolias y ha estado en coma: "A pesar de todo, sé que Dios me ama. Y veo en esta situación un plan de Dios para mí. No se si veremos ese plan aquí en la tierra, pero sin duda lo veremos en el cielo".


Matemático, casado y padre de siete hijos, Jean-Luc Moens, es miembro de la comunidad del Emmanuel, una de las comunidades carismáticas de la Iglesia católica. En una entrevista concedida a Omnes, nos cuenta cómo vive esta llamada de Dios en medio del mundo con las particularidades de la comunidad a la que pertenece.

_____________________

Jean-Luc Moens es un laico, padre de familia, conocido en todo el panorama carismático católico.

Fue el primer moderador de Charis, institución erigida el 8 de diciembre de 2018 por voluntad del papa Francisco y que reúne a diversas entidades carismáticas de la Iglesia Católica en todo el mundo.

Durante su mandato como moderador, Moens defendió la importancia de una experiencia espiritual auténtica, la unidad entre los miembros de la comunidad carismática y la colaboración con otras realidades de la Iglesia católica.

En el año 2021 dejó su cargo como moderador de Charis para ocuparse de su familia y, especialmente de su hija, que en ese periodo enfermó gravemente.

¿Cómo está su hija?

– Igual. Tuvo una embolia, se le paró el corazón. No está claro por qué ocurrió, pero durante un tiempo no se encontraba bien, y un día se cayó al suelo, delante de su hija. Mi hija le dijo a la suya en ese momento: “llama a la ambulancia”. Cuando llegó la ambulancia se le paró el corazón. Le hicieron -como es normal en estos casos- la maniobra de reanimación, solo que se la hicieron durante 45 minutos…. tenía en ese momento 42 años.

Cuando aún estaba en coma después de la primera embolia su marido la abandonó. Mi hija se quedó sin nada: perdió su cuerpo, su marido, su casa, sus hijos, su trabajo. Lo perdió todo. Ahora tiene una hemiplejia (parálisis de la mitad del cuerpo) del lado izquierdo; y tampoco le funciona bien la pierna derecha.

Además, el ictus le dañó el cerebro y ha perdido la memoria inmediata, olvida las cosas recientes. En algún momento, hablando con sus hijos, les dice: “¿Qué tal el colegio?” -y le cuentan- y al cabo de una hora, la misma pregunta: “¿Qué tal el colegio?”.  Es muy duro para ellos porque no entienden lo que pasa.

Al principio, mi mujer y yo buscamos un lugar donde pudieran acogerla y atenderla bien, con todas las particularidades que la enfermedad conlleva, pero todas eran residencias para personas mayores y ella es tan joven…así que transformamos nuestra casa para que pudiera vivir con nosotros. Pusimos todo eléctrico para que pudiera abrir las puertas, un ascensor para que pudiera subir al segundo piso, etc.

Todo esto lo cuento para decir que, a pesar de todo, sé que Dios me ama. Y veo en esta situación un plan de Dios para mí. No se si veremos ese plan aquí en la tierra, pero sin duda lo veremos en el cielo. Hay que pensarlo así, porque si no, es imposible seguir adelante.

Este año es el año de Santa Teresa de Lisieux y ella siempre decía en sus cartas: “Jesús me ha enviado este sufrimiento, gracias Jesús”. Todo esto hace crecer nuestra fe. Sin fe es difícil afrontar las dificultades. Lo que el Señor nos da para vivir, es también para dar testimonio y esperanza, porque debemos esperar.

Cuando Jesús pregunta a sus apóstoles: “¿Quién decís que soy yo?” Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, y Jesús le responde como diciendo: “Bien hecho, mi Padre te ha inspirado esto”. Pero luego añade -“Ahora tengo que ir a Jerusalén para ser rechazado, encarcelado, crucificado…” y entonces Pedro dice: “Ah no, eso no”.

Nosotros somos como Pedro: queremos un Cristo glorioso, pero no aceptamos un Cristo crucificado. Y ésta es también nuestra vocación. Porque todo cambia si vemos nuestra vida como un todo. Puede que viva 80 u 85 años o que muera mañana, pero no es el final.

Yo veo el tiempo en la tierra y el tiempo después de la muerte de una manera matemática: el tiempo en la tierra es un tiempo limitado que está insertado en un todo infinito, la “intemporalidad”. Lo importante es observar nuestra vida como un todo, de manera que lo que vivo ahora encontrará su sentido y su recompensa en la segunda parte.

A propósito del infinito, usted es matemático. Ésta idea del infinito, el concepto de eternidad, ¿Cómo la entiende? ¿Cómo se puede aceptar ese tiempo infinito, eterno, al que todos aspiramos?

– Decía alguien “La eternidad es muy larga, sobre todo al final” (se ríe). Yo pienso mucho en la eternidad: los humanos vivimos insertos en un tiempo concreto, y no tenemos la capacidad de imaginar cómo es la eternidad.

Pero, como matemático, me lo explico de la siguiente manera: Vivimos en tres dimensiones: la primera dimensión es lineal, es el tiempo, como una línea horizontal. Si añadimos una segunda dimensión, una línea vertical, tendríamos el espacio. Y con esas dos condiciones de tiempo y espacio cabe que exista el movimiento, la tercera dimensión. Si salimos por un momento de esas tres dimensiones (espacio, tiempo y movimiento) y vemos todo desde fuera, estaríamos en una cuarta dimensión, y si estoy fuera de estas dimensiones, lo veo todo en un instante.

Así es Dios para nosotros: está fuera del espacio-tiempo y lo ve todo en un instante. La eternidad es un instante y un presente que nunca termina. Pero es un presente, no una espera.

Porque si pensamos en la eternidad como un tiempo que no acaba, no querríamos ir, porque nos parecería aburrido. Dicho esto, sigue siendo un misterio a los ojos humanos.

Matemático,  casado, con 7 hijos y 13 nietos. Su vocación fue tardía. ¿Qué es para usted la vocación?

– Llamada. “Vocare” es “llamar”. Estoy convencido de que Dios llama a cada uno con un plan único. Dios nunca hace las cosas en serie, cada uno es único. ¿Qué es la santidad? Es llegar a ser lo que Dios quiso que yo fuera. El santo es el que realiza plenamente su vocación.

Carlo Acutis decía: “Todo el mundo nace original y desgraciadamente mueren como fotocopias”. El santo es el que sigue siendo original, y ésa es nuestra vocación.

Para mí la vocación no es sólo saber si me casaré, si seré sacerdote, etc. Ciertamente, es parte de la vocación, pero la vocación es también mi lugar en la Iglesia, lo que el Señor me pide, mi misión, cómo estoy llamado por Él a servir -a servirle- en el mundo. En este sentido existe una infinidad de vocaciones, y eso es lo bonito. Claramente la realización de mi vocación es estar casado, ser padre, abuelo, etc., pero también mi vocación es evangelizar, dar a conocer a Dios.

La vocación implica algo más amplio, más extenso y que yo acepto libremente. No es que Dios me haya llamado y me haya puesto sobre unos raíles como el tren que sigue un camino preestablecido y no se sale de los raíles. Cuando uno toma otra ruta que quizá no es la que Dios quiere para él, Dios adecúa su plan de alguna manera.

También me siento muy afortunado de vivir en esta época de la Historia. Porque en este tiempo, después del Vaticano II, como laico, puedo estar seguro de que mi vocación es la santidad. Como laico, he sido evangelizador toda mi vida.

Hace 45 años hablé con un sacerdote, y le dije: “Me gustaría ser misionero”, y me dijo: “Pero usted está casado y tiene hijos, eso es imposible”. Pero fue posible. Fui elegido para evangelizar a tiempo completo. ¡Qué gracia tan inmensa! Todos estamos llamados a ser testigos de la Fe en el mundo, pero yo tuve la gracia de poder hacerlo a tiempo completo, en comunidad. Y esto es un regalo de Dios en mi vida que le agradezco todos los días.

Esta “llamada”, esta misión que menciona, se hace realidad en su vida a través de la comunidad a la que pertenece, la Comunidad del Emmanuel. ¿Cuál es el carisma de esta comunidad?

– Como cualquier carisma es difícil de explicar en pocas palabras, pero podemos decir que la base es la efusión del Espíritu Santo. Y esta efusión ha cambiado mi vida. Yo era cristiano porque nací en una familia cristiana: iba a misa todos los domingos y rezaba las tres avemarías junto a mi cama cada noche, nada más. Después, recibí la efusión del Espíritu Santo y empecé a tener una relación personal con Dios, con Jesús. Jesús se convirtió en una persona para mí, con quién hablo mucho. Y al que también intento escuchar (se ríe).

Nuestra comunidad nació de la efusión del Espíritu Santo y, junto a eso, son importantes los momentos de convivencia fraterna con los demás miembros de la comunidad. De hecho, la vocación del Emmanuel es dar a conocer a Dios a todos los hombres, lejanos o cercanos a la Iglesia. Sus miembros se comprometen juntos a vivir la adoración, la compasión por los necesitados, la evangelización, la comunión de estados de vida (laicos, sacerdotes, consagrados juntos) y la especial devoción a Teresa de Lisieux para avanzar en el camino de la santidad.

Porque ¿Cómo habla el Espíritu? A menudo nos gustaría oír la voz de Dios: “Jean Luc, tienes que hacer esto”, pero normalmente no es así. Yo he oído la voz de Dios en mi vida, pero lo normal es escuchar a los hermanos y Dios habla a través de los hermanos.


A mí siempre me gusta hacer una comparación. ¿Qué es un carisma comunitario? Es como un cóctel. La Iglesia es como una bodega donde están todos los ingredientes, todos ellos pertenecen a la Iglesia. Cada comunidad coge ciertos ingredientes en cantidades diferentes.


Por ejemplo, si se coge el ingrediente de la pobreza, la evangelización, el amor a la Iglesia, y se mezcla bien, tenemos a los franciscanos. Si añadimos la predicación, el estudio, tenemos a los dominicos; y si cogemos la efusión del Espíritu Santo, la vida fraterna, la adoración, la compasión por los pobres…lo mezclamos todo bien et voilà: la Comunidad del Emmanuel. Que es única. Pero en todo cóctel hay un líquido de base o ingrediente principal: para nosotros es la efusión del Espíritu Santo y la vida fraterna.


Un carisma comunitario es, de hecho, un camino hacia la santidad. Yo entré en una comunidad para ser santo, nada menos. Quiero ser santo. Y con nuestro carisma particular y junto con mis hermanos, y a través de los otros elementos que ya he mencionado, recorro un camino de santidad, pero, que dura una vida obviamente, no es que cuando entré, me hice santo, es un camino y esa es mi verdadera vocación. Y ésto me da una alegría inmensa.


Usted fue moderador de Charis hasta que decidió dejar el cargo por los problemas de salud de su hija. ¿Considera la familia el primer lugar donde se materializa su vocación?

– Desde luego. Mi primer lugar de santidad, de esta llamada, es mi familia, y antes de nada mi mujer. No me casé para estar por ahí haciendo otras cosas. Creo que la vocación a la santidad, sea donde sea, se vive sobre todo en familia; no puedo hacerme santo lejos de mi familia, o a pesar de mi familia.

No, yo puedo llegar a ser santo porque estoy casado, soy padre, soy abuelo, y es ahí donde el Señor me está esperando y, cuando decía que el Señor habla a través de los hermanos, el Señor me habla a través de mi mujer primero de todo, porque no puedo escuchar a los demás y sin escuchar primero a mi mujer.

Creo que hemos llegado a un momento en la historia de la Iglesia en el que esta llamada a la santidad de los laicos, de los casados y de la familia en su conjunto, es cada vez más clara.

Yo veo que empieza a haber conciencia de la santidad familiar: la familia Ulma, por ejemplo, una familia polaca, serán beatificados todos juntos, como una familia: los padres y los seis hijos y también el séptimo niño que estaban esperando.

Otro ejemplo es la familia Rugamba, de Rwanda, -yo estoy ayudando en la causa de beatificación y espero que sean beatificados pronto-, y tantos otros ejemplos que están dejando claro que la vida de pareja es también una llamada a la santidad, y la Iglesia quiere dar esta señal a los casados.

Yo no quiero ir al cielo sin mi mujer. Y quiero que todos mis hijos, incluso mis hijos políticos, todos, vayan conmigo al cielo. Y por eso rezo por cada uno de ellos todos los días.

Autor: Leticia Sánchez de León

El misionero que pasó dos años secuestrado: «Mis pies estaban encadenados, pero mi corazón no»




El 17 de septiembre de 2018 será un día que el sacerdote italiano Pier Luigi Maccalli ya no podrá olvidar. Esa noche era secuestrado por un grupo de yihadistas armadas en Bomoanga (Níger). Dos años después, el 8 de octubre de 2020, era puesto en libertad en Malí. En una entrevista con Obras Misionales Pontificas con motivo del reconocimiento que ha recibido, el premio OMP 2022, narra su cautiverio.

–Acaba de publicar el libro Cadenas de libertad, ¿se sintió realmente libre siendo un hombre encadenado?

–Puede parecer paradójico, pero fueron las cadenas las que abrieron en mí lo que yo llamo el espacio libre, el espacio del corazón. Fue mirando mis cadenas una tarde que me dije que mis pies estaban encadenados, pero mi corazón no. Entonces pensé en la pequeña Teresa. Ella, monja de clausura, patrona de las misiones. Y sin embargo, ha encontrado su espacio de ser en la Iglesia el corazón, el amor que late por las periferias del cuerpo. Seré misionero e iré con el corazón a los pueblos que antes visitaba a pie, en coche. Y entonces me he sentido libre y he recorrido estos caminos, y he llevado ante Dios las personas que tengo en el corazón. Este corazón libre ha sido mi manera de ser misionero.

"Me hice un rosario de tela. Lo llevo siempre conmigo en la muñeca" Pier Luigi Macalli.

–¿Cómo fue su oración durante el cautiverio? ¿Sintió que Dios le había abandonado?

–Muchas veces he llorado en aquel desierto, he derramado lágrimas, he gritado, interiormente repetía las mismas palabras que dijo Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». No era una oración desesperada. Y me aferraba a sus palabras. Lo ha dicho Él. Lo has dicho tú, Jesús. Puedo también decirlo yo. Me he aferrado a estas palabras suyas y tomaba fuerzas, sabiéndome en profunda comunión con su sufrimiento y con su cruz. Esta ha sido mi manera de rezar y sinceramente he tenido momentos en los que me he sentido desconsolado, aislado, solo. Pero en esa soledad le decía a Dios: no me dejes. Al menos Tú, quédate conmigo. Después de todo, las palabras no son la única forma de orar. Cuando una persona sufre, o grita o llora. Creo que ha sido también la oración de las lágrimas, que mi corazón ha derramado en aquel momento. Pero de confianza, siempre.
María y el Rosario eran mis oraciones diarias. Me hice un rosario de tela. Lo llevo siempre conmigo en la muñeca. Porque me mantiene en comunión con todos los rehenes. Luego, el 7 de octubre, fiesta del Rosario, por la tarde, nos anunciaron que íbamos a ser liberados. Llegó aquel convoy de personas fuertemente armadas y el colega que conducía el auto cuando salió abrió los brazos y dijo: «liberation, c’est fini».
Miré hacia lo alto. Estaba muy tranquilo porque tantas veces nos habían anunciado la liberación y no había tenido lugar. Saludé a las estrellas aquella noche, he rezado mi rosario y me siento en fuerte comunión con esta oración. Invito a todos a rezar el Rosario, a orar a María para sostener a quienes están pasando por momentos difíciles en nuestros hogares, en misión. Para sostener a todos los rehenes que están pasando por momentos de desánimo, por sus familias, como lo vi en mi familia. María me ha sostenido, ha sostenido a mi familia y le pido que sostenga a cuantos están sufriendo en este momento.

"Misión es encontrar al otro, a la humanidad herida, sabiendo que nadie nace malo" Pier Luigi Macalli

–Usted ha cumplido de manera admirable el lema del Domund de este año, «Seréis mis testigos», ¿qué puede decirnos para animarnos a ser testigos misioneros?
–De esta desventura que he vivido, mi invitación es muy simple. No encadenemos nunca más a nadie. Las cadenas me han molestado, me han humillado, pero el misterio de la persona humana es mayor de lo que puede parecer, de lo que los mismos errores que las personas puedan también cometer. Todos somos personas heridas. Misión es encontrar al otro, a la humanidad herida, sabiendo que nadie nace malo, se vuelve uno así por una historia, por sufrimientos que se han padecido.

He sufrido el frío, el calor, he comido lo que me daban, he bebido agua con sabor a gasolina… Pero lo que más me faltaba era el no poder comunicarme. En cambio, en respuesta recibía palabras que me humillaban y que me herían profundamente. La palabra muchas veces inflama nuestras relaciones. De una palabra nacen reacciones que pueden ser una mano, que se convierte en puño, que se convierte, si está armada, en un asesinato, un feminicidio, una guerra. Pero todo viene de una palabra fuera de lugar o de una palabra que ha herido.

–Y ahora, ¿qué?

Mi compromiso como hombre libre, ahora es dar testimonio de la fraternidad. Me siento hijo de aquella palabra profética que nos ha dirigido el Papa Francisco: Fratelli tutti. Me parece extraño. Hay un episodio que he recogido en el libro: nos dieron una pequeña radio y ese 4 de octubre escuché en la radio que el Papa Francisco había firmado la encíclica Fratelli tutti. Yo no la conocía. Solo pillé el título. Había firmado esta encíclica sobre la tumba de San Francisco de Asís. Fui liberado el 8 de octubre y, es más, quizás ahora, pensándolo bien, pienso que la palabra que capté, fue la que me conmovió por dentro. El 8 de octubre le dije a Abu Naser, que me conducía a la libertad: «Abu Naser, tengo una palabra que decirte». Él, que no me saludaba, que me consideraba un incrédulo. De un suspiro le dije: Que Dios nos dé a entender un día que todos somos hermanos. Él levantó las manos del volante y no respondió. Me quedé callado. Guardé silencio. Me salió del corazón y se lo ofrecí porque hoy me siento llamado a testimoniar la fraternidad, la fraternidad a todos.

Muere asesinado el misionero Salesiano Antonio César Fernández Fernández y deja testamento espiritual en video viral


MUERE ASESINADO EL MISIONERO SALESIANO ANTONIO CÉSAR FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ Y DEJA TESTAMENTO ESPITUAL EN VIDEO VIRAL
Por: Salesianos María Auxiliadora 

"Son los jóvenes de los distintos lugares del mundo en los que he estado los que me han enseñado a ser salesiano". Testimonio del misionero Antonio César Fernández compartido 48 horas antes de ser asesinado. 

El trágico suceso se produjo tras recibir tres disparos durante un ataque yihadista perpetrado a cuarenta kilómetros de la frontera sur de Burkina Faso. 

Con profundo dolor, se comunica desde la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora que ha fallecido, asesinado, el misionero salesiano Antonio César Fernández Fernández. El trágico suceso se produjo pasadas las 15:00 del viernes 15 de febrero tras recibir tres disparos durante un ataque yihadista perpetrado a cuarenta kilómetros de la frontera sur de Burkina Faso. El salesiano regresaba a su comunidad en Uagadugú junto a otros dos religiosos que pudieron sobrevivir al asalto, tras celebrar en Lomé (Togo), la primera sesión del Capítulo Inspectorial de la Inspectoría Salesiana de África Occidental Francófona (AFO). 

Antonio César Fernández Fernández, nacido en Pozoblanco el 7 de julio de 1946, fue misionero en diversos países de África desde 1982, siendo fundador en dicho año de la presencia salesiana en Togo, siendo su primer destino. A lo largo de su trayectoria trabajó como maestro de novicios (1988 - 1998) y ejerció, entre otras funciones, como delegado de la AFO en el Capítulo General 25 (2002). En la actualidad ejercía su ministerio en Burkina Faso. Tenía 72 años de edad y había cumplido los 55 de salesiano y los 46 de sacerdote. 

Este ataque se enmarca dentro de la ola de violencia que asola Burkina Faso desde 2015, en un contexto que ha vivido un recrudecimiento de la amenaza terrorista en las últimas semanas tras la celebración de la V Conferencia de jefes de Estado del G5 del Sahel, en la que este país asumió la presidencia rotatoria. 

Que el Señor Resucitado acoja con ternura al hermano Antonio César entre todos aquellos que han entregado su vida a la misión salesiana, y que María Auxiliadora, a la que tanto amó, lo acoja con el cariño de Buena Madre del cielo. 

Que descanse en paz. 



Si deseas conocer más sobre tu fe católica, visita nuestra página de Facebook. 


Nota importante: La publicidad que aparece en este portal es gestionada por Google y varía en función del país, idioma e intereses y puede relacionarse con la navegación que ha tenido el usuario en sus últimos días. 

TU DONATIVO NOS HACE FALTA Estimado lector: ¡Gracias por seguirnos y leer nuestras publicaciones. Queremos seguir comprometidos con este apostolado y nos gustaría contar contigo, si está en tus posibilidades, apóyanos con un donativo que pueda ayudarnos a cubrir nuestros costos tecnológicos y poder así llegar cada vez a más personas. ¡Necesitamos de ti!
¡GRACIAS!


Publicaciones más leídas del mes

Donaciones:

BÚSCANOS EN FACEBOOK